6.10.13

Hablo

Dos:
Diablo,
Dios.
Hablo:
¿Fe?
Dudo.

mudo.
¿Cruces?
Muerte.
Luces
fuerte.
¿Llaves?
¡Sabes!

5.10.13

¡Tanto!

Boca
sabia;
poca
rabia.
¿Sabe
mal?
Cabe
sal.
¿Sienta
bien?
¡Cuenta
cien!
¿Cuánto?
¡Tanto!

4.10.13

No escuches

Un duende
pretende
tu vida,
querida.
No escuches
(sus buches
son ácidos
y flácidos).
Su mano
(¡villano
y cruel!)
es miel.
¡Despierta!
Vas muerta...

3.10.13

Suerte

¿Son tres
o cuatro;
no ves
que trato?
Lo digo,
lo intento
mi amigo.
Te cuento:
Amado
desnudo,
qué dado
más rudo.
¡Qué suerte
la muerte!

2.10.13

Quiero intentar

Pido perdón por eso que mi boca
dejó caer, brutal y alucinada,
como feroz caricia de una roca,
con la sed insaciable de una espada.
Las palabras, hoy sé, son animales
que se lanzan hambrientos y feroces;
disculpen el furor de mis puñales
y la punta de acero de mis voces.
Hoy que puedo escoger me he decidido
por rumbos del amor y la alegría,
no quiero más batallas ni más ruido
de almas enfermas de melancolía.
Perdón por mis cuchillos y veneno;
quiero intentar la gracia de ser bueno.

Rumbo al sur

Sonetín,
sonetón,
corazón,
¡qué trajín!

Bergantín
de prisión,
ser pasión
sin botín.

Al amar,
al albur,
al azar.

Soy tahúr
en tu mar,
rumbo al sur.

6.7.13

Nadie puede acobardar al fuego


«Nadie», dice tu voz. Lo sé. Lo sabes.
Que llueva, que el lugar del Paraíso
no le corre al temor. Guardas las llaves.
Tengo la luz de ayer y el infinito.
Ninguna explicación. Que las palabras
sobran para decir lo que sabemos.
Que llueva, que los ríos sean llamas,
que nadie puede acobardar al fuego.
Tú eres la paz. Defiendo este castillo
con risas y coraje; son las armas
del amor. Ya lo sé. No soy distinto,
pero sí soy mejor porque me abrazas.
Habremos de quemar todas las naves.
Nada nos rompe. No. Ninguno. Nadie.

19.6.13

BiSoneto

Un soneto que diga, como el sol;
con sereno arrebol y sin fatiga,
que comprenda su rol de voz amiga,
que beba pan y miga, sed y alcohol.

Una voz sin ortiga y sin formol,
amable parasol contra la intriga,
valiente girasol, columna y viga,
que enfrente a la enemiga, sin control.

Una prueba de luz frente a lo oscuro,
sin dobleces, seguro, cara y cruz,
sin miedos de avestruz, cálido y puro.

Un soneto maduro, tragaluz
que no lleve capuz, honesto y duro,
que abrace su futuro de arcabuz.

————
Entiendo que la idea original fue de Pedro Poitevin (@poitevin) y de Nicolás M. Poulsen (@NicolasPoulsen), en Twitter (donde soy @jlmejia)

7.4.13

A veces

Están allí —mis padres— como un nudo
que llevo en la garganta; como un puente
que cruzo sin temor, limpio y desnudo.
La muerte nos vigila indiferente.
Están allá, serenos, mis hermanos,
como una casa que el dolor no toca;
están con mis amigos, esas manos
de abril para la sed y amor de roca.
Aquí estás —tú que sabes, que conoces—,
música, luz y vocación de playa,
a la que doy la ruina de mis voces,
la que me da la vida, donde vaya.
Yo, que tragué las noches, bebo el día
y hasta me tienta, a veces, la alegría.

5.3.13

Pequeña exhortación dominguera

Trabaja con entrega y exigencia
(con seriedad -también- y con decencia),
no construyas con odios ni con ruinas
(las palabras -también- son asesinas).
Rodéate del que ama su trabajo
(y sé feliz -también- pero a destajo),
no te dejes llevar por mezquindades
(y cultiva -también- paz y verdades).
Dale tu luz y sed al escenario
(y en tu vida -también- sé extraordinario),
ofrece tu existencia en la jugada
(y recuerda -también- que todo es nada).
No deshonres las tablas ni lo actuado
(ser idiota -también- es un pecado).

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Esta -que han leído- es la versión libérrima (si es que posible aquello en un soneto) de la "Pequeña exhortación dominguera" de Alberto Ísola que copio acá mismo (perdóneseme, perdóname Alberto, por el atrevimiento, de antemano):
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«Pequeña exhortación de mañana dominguera (dirigida a mi, pero también a quien quiera sumarse):
Haz tu trabajo, con entrega, exigencia y silencio. No construyas tu carrera destruyendo la de los demás, aunque sea sólo de palabra. Rodeáte de otros que aman lo que hacen como tú. Aprende a respetarlos y a darles su espacio. No te dejes llevar por modas, temores o mezquindades. Acepta que te puedes equivocar, que te puedes contentar con lo ya conocido, que tienes mucho que aprender. Brilla, patea y respira allí donde cuenta, en el escenario, y no en las fábricas de cojudeces. Prepárate para echar todo por la borda y comenzar de cero, si es necesario. Recuerda que lo que haces es para que la vida de todos (la tuya incluída) sea mejor. Guarda respeto por los que se lo merecen, olvídate de los que no. Agradece por el maravilloso privilegio de poder vivir de lo que más amas. Pide disculpas y reconoce tus errores cuando sea necesario. En las inmortales palabras de Natalia Málaga, desahuévate».
Alberto Ísola
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