13.5.09

Hay una rubia bajo mi ventana

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Hay una rubia bajo mi ventana
(son diecisiete pisos, por si acaso)
la miro mientras odio aquella bata
que me niega sus muslos (allá abajo).
Parece distraída, ensimismada.
(¿Pensará en mí?) Del humo del cigarro
sus labios crean formas. La palabra
se me atraca en la boca (me he atorado).
La cebolla que pico en la cocina
me pica en la nariz y en la faringe,
mientras la rubia fuma pensativa.
Sabemos la verdad, soy invisible;
la rubia es de cristal, y lo que escriba
servirá a los demás. Y no me sirve.

6.5.09

Hay una rubia que me mira inmóvil

[escuchar el soneto]

Hay una rubia que me mira inmóvil
detrás de los adornos del bikini,
mientras yo corto la cebolla indócil
pensando que es difícil, muy difícil.
De tanto estar parado, la trombosis
amenaza mis piernas y la artritis
quiere vengar los kilos en el cóccix,
mientras la rubia me dedica un brindis.
Yo correspondo amable (que es preciso
no permitir que nos arruine el cuerpo
este momento grave y decisivo).
La rubia me saluda desde lejos
y roto, pero nunca arrepentido,
sonrío como todo un caballero.

29.4.09

Hay una rubia, siempre hay una rubia

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Hay una rubia, siempre hay una rubia
que mira desde lejos, soberana,
con la elocuencia de la que disfruta
de saber que la observo a la distancia.
Muestra los brazos, muestra la cintura,
muestra el mar de caderas inflamadas,
muestra los pechos (que una tela intrusa
esconde mal) y muestra la mirada.
Los años no son pocos en su boca
pero sus ojos muerden juventudes,
y sus manos, lejanas, me provocan.
Hay una rubia. Soy un transeúnte
que la ve desde lejos. Soy la sombra
que entre todas las sombras, se diluye.

22.4.09

Hay una rubia hambrienta en la piscina

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Hay una rubia hambrienta en la piscina
o eso parece (desde mi cocina),
tiene las piernas graves y doradas,
y una ambición de sangre en sus pisadas.
Pasea como un gallo de pelea
(que me crea tan solo el que me crea),
moviendo las caderas armoniosa
(¿será exceso de alcohol o de glucosa?)
Levanta la mirada y me sorprende
con lengua de reptil y ojos de duende,
sorprendido al antojo, me sonrojo
y ella sonríe mientras guiña un ojo.
Hay una rubia hambrienta en la piscina
y yo corto cebolla en la cocina.

16.4.09

Ya está escrito, según dicen los dioses

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Ya está escrito, según dicen los dioses;
inútil el coraje vespertino,
inútil resistir a los adioses
o detener la nave del destino.
No hay razón contra Dios -porque no existe-,
no hay razón contra el sol -porque no siente-,
será mi carcajada risa triste
y tus ojos serán mi luz ausente.
Mañana será el fin pero mañana
no ha llegado a tu cuerpo todavía;
quien no se atreve a combatir, no gana,
se apaga un corazón sin fantasía.
Nunca es inútil defender el puente,
aunque la reina mire indiferente.

26.2.09

El amor es tres puntos suspensivos

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El amor es tres puntos suspensivos;
la soledad, tal vez, un punto y coma;
los amigos, paréntesis; corchetes
son los vecinos (cuando son personas).
La muchacha que pasa es los dos puntos
(dos pechos, dos motivos, dos alforjas);
un asterisco infame y sin sentido
es esa vieja cínica y chismosa.
Reír es verbo (está en infinitivo);
llorando está en gerundio; estrepitosa
es grave; miserable es adjetivo;
regresa, imperativo; y en la boca
el beso sustantivo de la muerte
es el punto final. Bye, mariposa.

18.2.09

No corro por el tren ni por el taxi

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No corro por el tren ni por el taxi,
no me pongo a sudar la gota gorda
para explicarle a un tipo que me estorba
su estupidez de fronterizo (o casi).
No quiero la manzana ni la torta,
ni la última sangre de ese cáliz
hecho de fanatismo para el frágil
que carga con sus miedos en la alforja.
No busco bien ni mal para salvarme
o perderme (total, me da lo mismo).
No me incomodan perros ni rufianes
más allá de seis metros de mi ombligo.
Discúlpenme los pésimos modales,
soy el hijo bastardo del olvido.

11.2.09

Me gusta en las mujeres la mirada

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Me gusta en las mujeres la mirada,
el escote de escándalo o promesa,
los modales debajo de la mesa
y ese creer y no creer en nada.

Me gusta la cadera entusiasmada,
los muslos desboscados, la sorpresa
de los pechos silbando, la traviesa
mano que se desliza afortunada.

Me gustan la palabra y el cabello,
los ojos de explosión y amanecer,
las orejas, los párpados y el cuello.

Sus caminos, sus besos, su poder,
su asombro, su estallido, su destello,
sus labios clandestinos de mujer.

4.2.09

Que muera la verdad si entre sus manos

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Que muera la verdad si entre sus manos
el dolor es más grueso o más enano,
que muera la verdad si entre sus besos
se me rompe el amor hueso por hueso,
que muera la verdad si sus palabras
son la feroz aguja que me labra,
que muera la verdad si sus firmezas
le ponen precio y sangre a mi cabeza,
que muera la verdad con sus visiones
y que Dios –que no existe– me perdone,
que muera la verdad con sus fragancias
que tienen más de polvo y arrogancia,
que muera la verdad con sus gemidos,
sus orgasmos, su lápida y su olvido.

28.1.09

Tus padres morirán, y tus hermanos

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Tus padres morirán, y tus hermanos
se morirán también, tarde o temprano;
ese amor juvenil y sus bellezas
será fiebre senil, baba y torpeza.
La vana adulación de tus espejos
será una cicatriz en tu pellejo,
el olor a jardín que hay en tus blusas
será mañana vómito y excusa.
Tus muslos suaves, fértiles y hambrientos,
serán dolor, cansancio y paso lento.
Todo se acabará porque los días
son una cruel y pálida agonía.
Por eso vive siempre echando suertes
al filo de la vida y de la muerte.

21.1.09

Eres reina sin rey y sin palacio

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Eres reina sin rey y sin palacio,
vives de la emoción de un fuego ajeno,
te niegas a intentar, a ser el trueno
fugaz de una pasión. Huyes despacio.

Un cuerpo solo nunca es algo bueno,
unos muslos vacíos son de sal,
unas manos con sed son de cristal,
unos labios sin besos, son veneno.

Solo hay un juego, solo una victoria,
solo una voz, ansiosa pero muda,
nada de eternidad, nada de gloria.

Eres reina, despréndete la duda,
búscate, sin temor y sin historia,
al borde del placer, simple y desnuda.

14.1.09

Construyo soledad con soledades

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Construyo soledad con soledades,
me cambio de ilusión y de camisa,
vago despacio porque con la prisa
se altera mi presión. Valgan verdades.

No busco ni amistad ni lealtades,
las que vengan vendrán sin más premisa
que el "porque se me antoja". Mi divisa
es un papel en blanco y en mitades.

No rezo ni predico ni me importa,
me gusta el cielo oscuro cuando llueve
y la mujer que ríe y me soporta.

Una palabra a veces me conmueve
y como entiendo que la vida es corta
disfruto del placer, lánguido y breve.