23.11.23

Gente que camina (i)

Camina, Juan, en la avenida diaria
por donde van los ojos repetidos
de aquella multitud (simple, ordinaria)
que ignora (sin saberlo) voz y ruidos.
Los años se tragaron los «yo creo»,
los «a mí me parece», los alardes;
hicieron «está bien» de lo «qué feo»
y de valientes («con perdón»), cobardes.
Juan ha perdido luz, tiempo, ilusión,
amigos, inocencia, lealtad,
hoy piensa en jubilarse, la pensión
y «que me cubra, Dios, la sanidad».
Camina, Juan, consciente de que ha sido
su vida un simulacro sin sentido.

18.11.23

Al parecer

a Mario Bragagnini,
mi amigo hermano


Fuimos necesidad, pues las alianzas
comparten aflicciones y carencias,
protegen de dolores y asechanzas,
maduran a tropiezos y experiencias.
En los años del músculo y del gesto
hicimos del saber, la barricada;
del futuro sin Dios, un manifiesto;
de nuestra soledad, la carcajada.
Comprendimos que el tiempo nos devora,
que la felicidad llega de a pocos,
que la estación de amar siempre es ahora,
que al parecer no estábamos tan locos.
Celebro tu existencia. Los amigos
son vocación, raíz, luz y testigos.

16.11.23

Pisa fuerte

Siempre tener que demostrar quién eres
se me antoja un lugar lleno de ruido,
sitiado entre la culpa y los deberes,
inútil como un dios desconocido.
El miedo te acorrala, siembra espinas,
te puebla adioses, sombras, crisantemos;
difícil construir sobre las ruinas
o navegar a ciegas y sin remos.
Comprende que enajenan los temores,
los recuerdos azules (y el fracaso
que no tiene sonido ni colores
pero que marca el ritmo de tu paso).
Atrévete a existir —y pisa fuerte—;
hay solo una derrota —y es la muerte—.

10.11.23

Solo después

Habrás de hundirte en túneles y abismos,
de transitar al filo de la espada,
de perseguir quimeras y espejismos,
de atravesar desiertos (para nada).
El vigor se deshace poco a poco,
más sal que azúcar, más dolor que pena
(«no sabía, perdón, si me equivoco...»).
Nadie, nunca, aprendió en cabeza ajena.
Después entenderás (ya será tarde),
sabrás dónde seguir (cuando no importe),
y te preguntarás si fue cobarde
pensar el sur (pero exiliarse al norte).
Comprenderás la vida y sus engaños
(solo después de malgastar tus años).

2.11.23

Tarde o temprano

¿Cuánto resiste un pueblo envilecido
por canallas dogmáticos y escándalos?
¿Cuánto lo puede silenciar el ruido
prepotente y abyecto de los vándalos?
La pregunta es inútil, pues sabemos
que somos responsables (el porqué).
La nave sin timón, velas ni remos,
naufraga en altamar, con o sin fe.
Pero, tarde o temprano, resucita
la dignidad; entonces, la memoria
recuerda quiénes somos y, a la cita,
llegan la sal y el fuego de la historia.
Duerme la indignación, grave, sedienta,
y amanece brutal, hecha tormenta.