La mañana se viste de neblina,
como un amanecer que no me alcanza,
como el fuego voraz de la rutina
que empieza, muerde, se deleita, avanza.
Todo vuelve a sí mismo, eterna rueda
que se repite, sin alzar la voz,
la gota de agua cínica, moneda
que vuela indiferente, ruin, feroz.
Y sin embargo, hay luz (o lo creemos),
hay barco, enero, juventud, constancia,
y el incansable golpe de los remos
ajenos al temor y a la distancia.
Que carguen tus maletas, para el viaje,
recuerdos, risas, voluntad, coraje.