Las verdades son feas, son amargas,
decirlas es brincar sobre el trapecio.
¡Qué abismos son la rabia y el desprecio!
¡Qué caballeros burdos, sin adargas!
Vamos a ver, las cuentas se hacen largas,
toda comodidad, tiene su precio;
nos gobierna el servil, nos manda el necio
que confunde motel con montacargas.
Entre las carnes lánguidas y el ruido
no vayas a perderte; la faena
te quiere ver feliz, pero rendido.
Ninguna eternidad vale la pena
de mendigarse fe, perdón y olvido
antes de que nos jalen la cadena...
1 comentario:
Nuevamente, mi enhorabuena.
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