[escuchar el soneto]
Que muera la verdad si entre sus manos
el dolor es más grueso o más enano,
que muera la verdad si entre sus besos
se me rompe el amor hueso por hueso,
que muera la verdad si sus palabras
son la feroz aguja que me labra,
que muera la verdad si sus firmezas
le ponen precio y sangre a mi cabeza,
que muera la verdad con sus visiones
y que Dios –que no existe– me perdone,
que muera la verdad con sus fragancias
que tienen más de polvo y arrogancia,
que muera la verdad con sus gemidos,
sus orgasmos, su lápida y su olvido.
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