Es un burdo puñal y es la caricia
de una dama gentil o es cualquier cosa
que vaya del amor a la avaricia,
con sed de abismos e ilusión de rosa.
Es una trampa y un lugar sagrado,
nos obliga a volver y nos rechaza,
promete recordar y, enamorado,
nos olvida en augurios y amenaza.
Es el límite abierto al infinito,
la puerta a la razón y su locura,
las posibilidades de lo escrito,
la inútil ambición de la escritura.
Es un infame digno de respeto;
Señor de nuestras dudas, el soneto.
1 comentario:
Mis aplausos,pocos son los se atreven -desde Lope para acá- a "sonetear" sobre el soneto.
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