5.10.17

Siempre octubre es enero

Sé que agosto persigue tu memoria
(dime que sí, que vuela, que no miento).
La lluvia sin tus ojos no es historia;
me inunda recordarte. Piedra y viento.
Busqué entender la luz (muerdo el ocaso).
Nos desvanece el tiempo, te derrumbas.
Tu risa me consuela cuando paso
junto al mar de invisibles catacumbas.
Te debo mi valor (si es que me alcanza),
mi generosidad (la sed y el río),
la serena misión de la esperanza
(con mis alas partidas y al vacío).
No tengo que decir cuánto te quiero;
cinco de octubre es —siempre— tres de enero.

21.7.17

El soneto

Es un burdo puñal y es la caricia
de una dama gentil o es cualquier cosa
que vaya del amor a la avaricia,
con sed de abismos e ilusión de rosa.
Es una trampa y un lugar sagrado,
nos obliga a volver y nos rechaza,
promete recordar y, enamorado,
nos olvida en augurios y amenaza.
Es el límite abierto al infinito,
la puerta a la razón y su locura,
las posibilidades de lo escrito,
la inútil ambición de la escritura. 
Es un infame digno de respeto;
Señor de nuestras dudas, el soneto.

18.1.17

No sé cómo se llama

Hay una sensación en el ambiente
que causa resquemor, ansias, desvelo,
terciana, escalofrío, desconsuelo
y agotamiento súbito de mente.

Hace un apasionado del renuente
(primera vez que digo y lo revelo)
por órdenes que manda el cerebelo
—feraz— al corazón impertinente.

Después, toda la piel se crispa, brama,
y una flor se convierte en una roca
y un pétalo se anuncia, tronco y rama.

Aquello que nos pierde y equivoca,
confieso que no sé cómo se llama
(lo sabe quien ha andado en otra boca).


En Facebook existe el grupo «Jornada mensual de sonetos» en el que algunas veces participo y allí se lanzó el reto de escribir un soneto con las ocho primeras rimas propuestas y obligatorias.