en una guerra imbécil -fratricida-;
su cadáver será gentil comida
de perros y de buitres, ¡qué tal muerte!
Creonte ha decretado, duro y fuerte,
ese final tan cruel -¡así es la vida!-,
pero Antígona es terca y atrevida
y entierra a su hermanito, ¡qué tal suerte!
Que sí, que no, y empieza la tragedia
y el reto y la condena y el suicidio
que ni cura, ni salva, ni remedia.
Hemón se mata -¡idiota!- y el ofidio
de Creonte -su papi- muerde, asedia
y se queda solito, ¡qué fastidio!
No hay comentarios:
Publicar un comentario