¿Y tanto para qué, para esta nada?
La evocación de ausencias y vacío
nos seca las pupilas, la mirada
se pierde como lágrima en el río.
Se hicieron enemigos los hermanos,
se cometieron tumbas y trincheras,
mandamos a luchar niños y ancianos,
y ocultamos mentiras tras banderas.
Ganaron ellos y perdimos todos.
¿Entenderemos hoy o todavía
nos odiaremos? ¿Hubo acaso modos
de comprender que nada se podía?
Nos engañamos. Es brutal y es triste.
Vamos de nuevo, corazón. Resiste.