Hace mal la justicia que no avanza
librando la nación del criminal;
que teme, al fin, romper ese cristal
de impunidad, por miedo o desconfianza.
Hace más daño aún cuando es venganza
o es un arreglo infame y personal
o forma de librarse del rival,
emboscada, ambición, burla o tardanza.
La justicia es verdad; sus responsables
no olviden lo importante por lo urgente,
tienen que ser valientes y honorables.
Un hombre justo —¡y uno es suficiente!—
prefiere liberar a cien culpables
antes que condenar a un inocente.
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