1.4.25

La tormenta

Ayer la lluvia era sombra
que en la palma repetía
la boca que no se nombra
cuando palidece el día.
Su piel transitaba voces
que el silencio sospechaba,
luz de caricias y roces
que era sed, por no ser baba.
Ninguno entiende el conjuro
que es arena cuando moja
y es piedra rompiendo el muro
que oculta una alfombra roja.
La marcha, dulce y violenta;
leve y feroz, la tormenta.

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