29.10.08

Una copa vacía y unos labios

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Una copa vacía y unos labios,
unos muslos que ceden a la ausencia,
unos consejos húmedos y sabios,
un “qué puedes perder” y una advertencia.
Una música ciega, pretenciosa,
unas manos que buscan otras manos,
unos ojos sin luz, una jugosa
boca sin besos simples, cotidianos.
Unos pies que se entregan a la sombra,
una falda que baila a la deriva,
unas ganas de ser la voz que nombra,
la fe sin luz, la piel en carne viva.
Una nueva y absurda madrugada
al borde del abismo. Todo y nada.

23.10.08

Somos –tal vez– la última mirada

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Somos –tal vez– la última mirada,
las partes y el total, sueño y olvido,
un ser, un insistir, un gesto, un ruido,
un refugio sin fe –cosa juzgada–.

Mercenarios de auroras, gente armada
con la palabra –monstruo mal herido–
que sabe del rigor del sinsentido
que hay en un verso –cálida emboscada–.

Somos los que dejamos. Somos voces.
Escándalo y silencio. Cuerpo mudo.
Ciegas distancias. Tiernos y feroces.

Somos un libro pálido y desnudo,
somos la soledad, somos los goces.
Somos siempre la espada y siempre el nudo.

15.10.08

Que me mate la vida a carcajadas

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Que me mate la vida a carcajadas,
con ese humor que raya en el mal gusto,
con ese disfrutar, de susto en susto,
de nuestras ilusiones trasnochadas.
Que me mate la vida, sin espadas,
a caricias, mejor –bajo un arbusto–,
a besos de mujer, que siempre es justo
morirse entre las sombras despeinadas.
Que me mate la vida con su encanto,
sin que me dé razones ni motivo,
sin reclamos estériles, sin llanto,
con un golpe burlón, definitivo.
Que me mate la vida, mientras tanto
gozo la muerte lenta de estar vivo.

8.10.08

No viven en el mar son mar y arena

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No viven en el mar, son mar y arena;
no temen a la muerte, son la vida;
ella es la arena, delicada y buena;
él es el mar, leal como una herida.
No temen tempestad, él es las olas;
no temen soledad, ella es la playa;
dos fuerzas juntas, pero siempre solas,
una se entrega al otro a donde vaya.
El dolor fracasó, siguen unidos
en un tiempo que el tiempo no entorpece.
Él es la idea; ella, los sentidos;
son la única voz que me enternece.
Siempre el mar infinito (que es mi padre)
besa la arena eterna (que es mi madre).