11.5.14

Todos somos tus hijos

[escuchar el soneto]

Todos somos tus hijos.  A ninguno
le negaste la sed.  Fuiste valiente,
serena y dulce luz. Inoportuno
fue aquello de morir. ¡Pobre la gente!
Descubriste mi voz. Callé cobarde.
No reclamaste amor, pero sabías.
Amanecí —perdón— desnudo y tarde,
ciego de tanto andar puertas vacías.
Ardes en mí —con él—. Pinto los ríos
de la felicidad con la tristeza
que soy sin ti —mujer—. Los labios fríos
muerden palabras rotas con torpeza.
No te ha sabido deshacer la muerte,
sigues como un dolor, vital y fuerte.



18.4.14

Morir

[escuchar el soneto]

Morir tiene patillas, voz gastada,
rostro de criminal arrepentido,
mañanas de no sé, temor al ruido
y un cuchillo ritual, que no hace nada.

Sufre de picazón y, en la emboscada,
llora y se porta mal, incendia el nido,
cumple con su deber sin un quejido,
devora -tierra y sal- nuestra ensalada.

No le gusta decir amargas nuevas,
pero le toca hacerlo, ¡vaya suerte!
Prefiere las montañas y las cuevas

antes que al brusco mar, anciano y fuerte.
Morir, no te lamentes cuando lluevas,
que aún nos queda sed para tu muerte.

17.4.14

El miedo es un lugar

[escuchar el soneto]

El miedo es un lugar, un laberinto,
que atrapa al corazón que, descuidado,
se pone a caminar por el tejado
peligroso y amable del instinto.

Se decolora, triste, si lo pinto,
cambia de voluntad, brusco y honrado,
sin ganas de ofrecer, me da prestado
lo que, siendo temor, sabe distinto.

Conozco los rincones, el chantaje
de aquello que me espanta o que no puedo,
de eso que no es valor, sino es ultraje.

Si todo rumbo llega al mismo ruedo,
no queda más que derramar coraje
y honrar la sangre que acobarda al miedo.

28.3.14

No lleva corazón

No lleva corazón. Respira ciego,
sin miedo ni calor. Sabe que el rayo
—nieto bastardo y célibe del fuego—,
lo busca por los sábados de mayo.
Carga un dolor de sal. Tienta el olvido.
Tiene las manos blancas y en la boca
juega con el temor, viste de ruido,
muerde la arena frágil de la roca.
Todos lo ignoran, sí, pero tú sabes;
no quieres recordar pero la sombra
ya se embarcó en el patio de tus naves
y no puede mentir cuando te nombra.
Que logres seducir piedras y frío,
que no te angustie más la sed del río.


1.1.14

Sin ti, la nada vence

Sin ti, la luna es piedra, nave rota;
de ti depende el sol, si no, es estrella
como todas. Comprende la gaviota
que sin tus ojos no hay canción ni huella.
Lo sabes pero no, temes y dudas,
tantas veces lo cruel mordió la aurora,
cuántas manos vacías y desnudas
esperando con fe, pero sin hora.
Revela tu lugar, el universo
necesita de ti. Si eres y existes
la sed tiene sentido. Lo diverso
son tus días de luz junto a los tristes.
Sin ti, la nada vence. Todo es vano
sin tu efímera vida, ser humano.