29.9.16

47

Te recuerdo, mamá —querida y noble—, 
manos de pan y corazón urgente. 
Te mantienes, papá —vértigo y roble—, 
mármol quebrado —tierno, irreverente—. 
La arena avanza, casi dulce y quieta, 
nada conmueven lágrimas ni exceso, 
la sed no alcanza ni el dolor respeta 
la piel del niño que llevamos preso. 
Todo se acaba, menos el vacío, 
todo se puede, menos regresar;
la existencia —lo sé— va como un río 
que se abandona para hacerse mar. 
No comprende temores ni tristeza
quien abraza al amor y su belleza.