5.3.13

Pequeña exhortación dominguera

Trabaja con entrega y exigencia
(con seriedad -también- y con decencia),
no construyas con odios ni con ruinas
(las palabras -también- son asesinas).
Rodéate del que ama su trabajo
(y sé feliz -también- pero a destajo),
no te dejes llevar por mezquindades
(y cultiva -también- paz y verdades).
Dale tu luz y sed al escenario
(y en tu vida -también- sé extraordinario),
ofrece tu existencia en la jugada
(y recuerda -también- que todo es nada).
No deshonres las tablas ni lo actuado
(ser idiota -también- es un pecado).

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Esta -que han leído- es la versión libérrima (si es que posible aquello en un soneto) de la "Pequeña exhortación dominguera" de Alberto Ísola que copio acá mismo (perdóneseme, perdóname Alberto, por el atrevimiento, de antemano):
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«Pequeña exhortación de mañana dominguera (dirigida a mi, pero también a quien quiera sumarse):
Haz tu trabajo, con entrega, exigencia y silencio. No construyas tu carrera destruyendo la de los demás, aunque sea sólo de palabra. Rodeáte de otros que aman lo que hacen como tú. Aprende a respetarlos y a darles su espacio. No te dejes llevar por modas, temores o mezquindades. Acepta que te puedes equivocar, que te puedes contentar con lo ya conocido, que tienes mucho que aprender. Brilla, patea y respira allí donde cuenta, en el escenario, y no en las fábricas de cojudeces. Prepárate para echar todo por la borda y comenzar de cero, si es necesario. Recuerda que lo que haces es para que la vida de todos (la tuya incluída) sea mejor. Guarda respeto por los que se lo merecen, olvídate de los que no. Agradece por el maravilloso privilegio de poder vivir de lo que más amas. Pide disculpas y reconoce tus errores cuando sea necesario. En las inmortales palabras de Natalia Málaga, desahuévate».
Alberto Ísola
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