29.2.24

Trampa y camino

La plantación de arroz, los viejos bueyes,
el tiempo detenido, las luciérnagas,
la lluvia, el agua, el barro, los andenes,
la gente simple, oxígeno, dispuesta.
Las puertas giratorias, los hoteles,
las piscinas, los centros comerciales,
la carne congelada, los billetes,
la gente ansiosa, vértigo, distante.
Así vamos andando, en la ignorancia
de dos mundos al borde del colapso;
los unos, de la vida y sus entrañas;
los otros, de la muerte y su fracaso.
Tener y querer más: trampa y camino
que alberga cuatro «likes» y un asesino.

25.2.24

¿Para qué?

Templos sin luz. Los dioses olvidados
ni regalan perdones ni castigan,
por eso es tan sencillo visitarlos,
casi es como un domingo en la familia.
Cierto que ayer pidieron sacrificios
de miedo y sangre, que los sacerdotes,
con amenazas, piedras y cuchillos,
administraban la virtud del hombre.
Los dioses que nos rigen, con los años,
serán historia, anécdota, turismo,
paseo de escolares y relatos
de temores iguales (y distintos).
Lástima que en las guerras de la fe
ninguno se pregunte: ¿Para qué?

22.2.24

Herir la roca

Te he visto amanecer en el trabajo
dando tu savia dulce y generosa,
repartiendo los frutos y el milagro
de pensar, de entender, de herir la roca.
Yo sé que la ignorancia incendia puentes,
que la canalla crece como espuma,
que enero se nos puebla de diciembres
y ansiosos perros ladran a la Luna.
Dan ganas de rendirse, pero no;
duelen las ilusiones y los pies;
al final, la belleza y la razón
tienen motivos, cábalas y fe.
No importa cuánto aúlle la jauría,
tú sigue siendo tú. Sabiduría.

19.2.24

No obstante

Puedo decir «te quiero» y decorarlo
con palabras que engañan y seducen,
puedo comprar las flores o el regalo
que invite a suspirar a muchedumbres.
No obstante me resisto, me rebelo,
contra la cantaleta del aplauso
(que nunca será premio ni consuelo,
ni compite con todos tus milagros).
Prefiero declarar que estoy contigo
como una tentación, como un descaro,
para que el mundo sepa que el abismo
no pudo seducirme con sus rayos.
Tú eres mi cable a tierra, compañera,
mi música, mi enero, mi bandera.

15.2.24

Con otra luz

Hay un hombre en el campo de batalla,
puede ser cualquier guerra, da lo mismo;
sufre, está solo, herido, se desangra
y alrededor, por fin, se apaga el ruido.
Nunca supo por qué ni preguntó;
le hablaron de la patria y de la fe,
mató por eso de morir por Dios,
y fue, sin miedo ni entusiasmo, cruel.
Llegó a la tarde de esta tarde fría
sin comprender aún todo su hartazgo,
con otra luz, más pálida, distinta,
se vio, por fin, al borde del barranco.
¿Por qué —demanda al viento de la muerte—
te encontré, Libertad, para perderte?

10.2.24

Vándala insumisa

Hay una luz anónima encendida,
que en medio de la noche silenciosa
parece la esperanza (esa mentira
tan hiriente y pesada como roca).
Como si algún poder fuera posible
(capaz, quiero decir) de cambiar algo,
buscamos sonreír para que el triste
no se avergüence de seguir luchando.
Nos llenamos de apremios y razones,
levantamos banderas e insistimos,
defendemos trincheras, miedo, errores,
sin decir nunca que tenemos frío.
¡Solo nos cuida, vándala insumisa,
la feroz lealtad de nuestra risa!

6.2.24

Héroe cansado

Por ella atravesó ríos de espanto,
supo de horrores, pérdidas, fatiga,
compartió con la muerte los pantanos
(esos que ves y nunca más olvidas).
Cruzó (no sin vergüenza) lindes, márgenes,
por eso del escudo y la bandera,
y el sacrificio nunca fue bastante
ni demasiada fue (jamás) la pérdida.
Si en nombre de la paz confiscó auroras,
comprendió (tarde ya) que fue un engaño;
los de siempre encendieron las antorchas
que incineran verdad y ciudadanos.
¡Qué inútiles dolor, sangre y medallas,
Patria regida siempre por canallas!

1.2.24

Drama sencillo

Su nombre es un lugar hoy apagado,
supo de ser y estar, marcó tendencias,
sus muslos encendieron e incendiaron
pensamientos de horror, lágrimas quietas.
Más de una vez alimentó distancias,
la amaron como al sol bajo la lluvia,
fue norte, guía, estrella y esperanza
(todas las cosas que no somos nunca).
Después, llegó, sin fe, la bestia hambrienta
para tragarse lágrimas y risas;
se fue cerrando, sin amor, la puerta,
dejando atrás asombro y maravilla.
Conmueve lo sencillo de su drama;
vivir más que la sombra de su fama.