27.11.08

Ayer se me acabó la mantequilla

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Ayer se me acabó la mantequilla
y me quedé sin sal y sin limones,
se terminó el café sin cafeína
y el yogurt sin azúcar para el postre.
Me quedé sin el polvo edulcorante
(que a nuestra edad hay que cuidar el peso),
sin cebollas, sin jugo de tomate,
sin aceite de oliva, sin afrecho.
Se agotó el cereal, la leche fresca
(sin grasas, desabrida y descremada),
la mayonesa (“láit”), la berenjena
(que solo trago al horno y parmesana).
Me ahogan los domingos. Los helados
de fresa y chocolate me salvaron.

19.11.08

Cómo quisieras que nos parta un rayo

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Cómo quisieras que nos parta un rayo,
que se pierda la casa en la hipoteca,
que se rompa la piel de tan reseca,
que la bala nos mate de soslayo.

Cómo quisieras que no empiece mayo,
que el espanto nos doble la muñeca,
que la línea del mar se quede chueca,
que se malogre todo en el ensayo.

Cómo quisieras que se pudra el pecho,
que la vida se muera, que el sol falle,
que revienten las lámparas y el techo.

Cómo quisieras que se inunde el valle,
que el rumbo se haga más y más estrecho,
que me calle –silencio– que me calle.

12.11.08

No conoces su patio ni su escuela

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No conoces su patio ni su escuela,
su calle, su portón, su infancia rota,
su parque, su avenida, su derrota,
su indigestión ni su dolor de muela.

No conoces su nombre, su novela,
su vergüenza, su pus, su palabrota,
sus juegos infantiles, su pelota,
su sarampión, sus náuseas, su viruela.

Solo conoces lánguidos reflejos,
música escandalosa, labios mudos,
abrazos blandos y ritual de espejos.

Ágiles manos que desatan nudos,
lengua con que recorre –cerca y lejos–
tus muslos tiernos, suaves y desnudos.

5.11.08

Abrigas el dolor, amas la ausencia

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Abrigas el dolor, amas la ausencia,
vives del abandono y del olvido,
te iluminas de azul descolorido,
de recuerdos, de sal, de indiferencia.

Besas mirando atrás, no hay advertencia
que sirva para ti; te gusta el ruido,
el movimiento estéril, sin sentido,
el juego con la sed y la imprudencia.

Llenas la copa, bebes, te incorporas,
te vistes y desvistes de energía,
lloras minutos, desperdicias horas.

Tus labios rojos son la cobardía
que amanece contigo en las auroras
que hunden tus noches en un nuevo día.