8.1.21

8 de enero

Sabemos de esa noche, de la estrella,
de la música —incendio y maravilla—,
del camino en el mar —duro y sin huella—,
del agua que a las piedras vuelve arcilla.
Sin embargo nos queda (por la prisa
tiende a olvidarlo el soplo de las tardes)
la victoria del bien —que en tu sonrisa
fue más que todo el ser de los cobardes—.
Me caminan los años por los huesos,
pero la vida insiste si es contigo,
porque me libran del horror tus besos,
y del frío tu ser alma y abrigo.
Por ti mi corazón halla su espacio
ni muy rápido, amor, ni muy despacio.

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