27.1.24

Hasta los huesos

Lo veo atardecer en el asiento
de ese lugar común que somos todos,
se nota que ha vivido hasta los huesos
y esconde dos o tres dientes de lobo.
Tan sólo ayer brillaba su coraza,
devoraba experiencias y paisajes
(lo cuenta, sin apuro, la mirada
repleta de distancias y cadáveres).
Anida obligaciones, deudas, tiempo;
sereno navegante, la marea
que destilan sus formas y sus gestos
es hija del puñal de la conciencia.
Sonríe, perro viejo, dios sin fe,
y apura un sorbo más de su café.

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