Es rendirse al amor a ojos cerrados,
confiarle «ese secreto» a los amigos,
creer que para el hambre bastan trigos
sin importar si están envenenados.
Es encargar la paz a los soldados,
dar las espaldas a los enemigos,
confiar en que los cuervos son testigos
que van a convencer a los jurados.
Es caminar —audaz— sobre los mares,
tentar la cuadratura de la rueda,
compartir el almuerzo con jaguares.
Es incendiar la paz de la alameda
y acariciarte en todos los lugares;
«azar no es arrojar una moneda».
El último verso es de Jorge Boccanera y lo propuso Alejo Gabriel Steimberg como reto en el sitio «Jornada mensual de sonetos», que tiene un espacio en Facebook. Este es mi soneto de respuesta.
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